LA
TRASCENDENCIA DE LA EVALUACIÓN
Si ya de por
sí, la parte de evaluar era difícil para cualquier profesor, después de haber
trabajado con esta información que nos aportáis, considero que tenemos un
grandísimo reto por delante.Por muchos pasitos que vayamos dando en el buen
camino, todavía hay ecos de lo que debemos dejar de hacer ya. Cualquier
profesor está encantado con tener a sus alumnos en silencio, trabajando en sus
ejercicios, encantado de tener uno o dos alumnos talentosos que compensen la
falta de motivación del resto de la clase. Los alaba delante de sus compañeros
y los insta a que sigan así, pues son lo que realmente vale la pena de ese
curso. No somos conscientes del daño que estamos generando en estas personas
que dejarán de hacer cosas que les gustan por el simple hecho de no obtener una
buena calificación.
Todos los
profesores deberíamos escuchar a Sofía Camussi. Pero , ¿quién no ha escuchado
alguna vez algún comentario del tipo: “mis profesores decían que yo nunca
llegaría lejos”?, con un título universitario en el bolsillo y en activo.
Cuántos compañeros de primaria que eran “el ojito derecho” del profesor, se
quedaron por el camino porque no fueron capaces de terminar sus estudios ?Seguimos
echando broncas, que escuchan alumnos
que se lo merecen y alumnos que no, que no son constructivas, que crean
una mentalidad fija, que no ayudan a reconducir a estos alumnos desorientados.
Repetimos modelos que a nosotros mismos nos horripilaban cuando éramos
estudiantes. Yo recuerdo los comentarios de mi profesor de inglés que me
animaban a seguir por ese camino, a corregir los errores porque los escritos
eran buenos, y puedo decir que a estas alturas todavía ignoro por qué mi
compañera tenía siempre la misma nota en castellano, distinta a la mía con el
contenido bastante parecido. La profesora tenía una idea preconcebida y no
esperaba menos de esa
alumna aunque a veces no alcanzara sus expectativas. Yo creo que ni leía sus exámenes… Nunca fui una alumna brillante, me gustaba hacer las cosas lo mejor que podía, y agradecía las pautas que me daban para hacerlo mejor , pero esto lo vi en muy contadas ocasiones.
alumna aunque a veces no alcanzara sus expectativas. Yo creo que ni leía sus exámenes… Nunca fui una alumna brillante, me gustaba hacer las cosas lo mejor que podía, y agradecía las pautas que me daban para hacerlo mejor , pero esto lo vi en muy contadas ocasiones.
Eso que siempre oía de que era
mejor el trabajo constante y el esfuerzo que la inteligencia y el talento
innatos, ahora lo reconozco bajo el nombre de “Mentalidad de crecimiento”. ¡Qué
bien que las personas que lo intentan, aunque no lo consigan, puedan ser
reconocidas! Hay que valorar la constancia, el esfuerzo, las estrategias, el
compromiso, la mejora, no tanto el resultado. Ya lo dice Carol Dweck en su
discurso del “Not Yet” frente al “Now”. Decimos que los alumnos de hoy en día
son muy impacientes, que quieren las cosas ya, y nosotros somos iguales, no nos
paramos en los retos, en las dificultades, el el proceso de error-corrección,
el logro. Seguimos viviendo en la “tiranía del ahora”. Queremos resultados ya.
Hemos de entender de una vez que
evaluar no es calificar, hemos de aprender a hacer críticas constructivas,
resaltar las actuaciones valiosas y corregir aquellas que no aportan nada
positivo. El alumno necesita a alguien que le guíe, no que le recrimine, que le
exija, que no le regale, pero que lo entienda.
Carol Deweck habla de “El poder de las palabras”, y es
cierto que a veces una recriminación no ayuda demasiado, pero un “inténtalo,
verás que puedes hacerlo”, que un profesor te diga que cree en ti y en tu
potencial, eso toca la fibra sensible. Te hace pensar que puedes mejorar.
Debemos dejar de ser esclavos de los libros y centrarnos más
en los alumnos, en conseguir un feedback afectivo y efectivo, perder el miedo
al diálogo en las clases, a aprender
observando, eso sí, sin perder nunca el sentido crítico y el manejo de las
emociones.
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